1. Munné, refiriéndose a las unidades colectivas concretas,
distingue, dentro de las organizaciones, con diferencias de índole
sociológica, entre grupos y sociedades, diferenciados
de las masas. Las masas constituyen agrupamientos no
organizados, mientras que los grupos y las sociedades son agrupamientos organizados. Los grupos se organizan de manera simple
y las sociedades de manera compleja.
2. Podemos, entonces, decir ahora que un grupo consiste en una pluralidad de individuos
interrelacionados entre sí bajo un sistema de pautas establecido
(puede establecerse de diversos modos), que desempeñan unos roles
determinados y diferenciados en cuanto a sus funciones, dirigidos hacia
objetivos comunes. Cada uno de sus miembros se caracteriza por poseer una o
varias características en común con los demás miembros, desempeñar un rol interaccionando
con los demás roles en el
grupo y por estar dotado, entonces, de una posición en éste derivada de la
actividad que implica su rol y de la jerarquía funcional grupal. Así
mismo, regula sus acciones por
un sistema común de pautas normativas y
es consciente de esa pertenencia al grupo, como unidad de la que forma parte
como parte integrante
Por otro lado, el grupo se caracteriza por su tendencia hacia una o varias finalidades específicas a las que se dirige la actividad grupal, una estructura o relaciones intragrupales, unas relaciones intergrupales (con otros grupos, con el exterior, &c.), una organización con su sistema de pautas que dotan de coherencia a los procesos en el seno del grupo y una permanencia en el tiempo dependiente de los fines del grupo y de su tipo de organización.
3. Los adolescentes en un aula (o grupo-clase) cumplen las condiciones citadas, así como las características del grupo que hemos nombrado, pero, aun así, consta de ciertas peculiaridades. A diferencia de otros grupos, la producción no se dirige hacia el exterior del grupo, sino que la finalidad es internalista: se buscan cambios cualitativos, substanciales, a los propios integrantes.
Pero......
El entorno nos impone un medio sociocultural y económico generalizable y determinado que emerge en una concepción particular acerca de los fines de la educación, los intereses o motivaciones del alumnado y sus familiares y las expectativas particularizadas e iconos modélicos, dependiente todo ello de los recursos económicos, sociales y culturales de los que dispone cada familia.
4. Las personas de la organización atribuyen significados,
interpretan los diferentes aspectos del mundo organizativo y construyen a
partir de la interacción los supuestos
básicos sobre las estructuras, creencias, sentimientos, normas y valores acerca de las personas, la educación,
el trabajo, la organización, la acción y la resolución. A ésta pertenecen los
individuos, agrupamientos, grupos y organizaciones con los que se relaciona el
Instituto, con su contexto.
Posteriormente, los miembros van progresivamente asentándose
dentro del grupo y tomando conciencia de la pertenencia, estableciendo
relaciones entre sí (rara vez, armónicas) y reconfigurando continuamente la
dinámica. Con otras palabras, comienzan a reconocer la estructura de la
situación y a verse reflejados en ella.
del líder, &c.
El alumnado adolescente NO "construye" su sistema de
valores y creencias ni su "personalidad - sea lo que sea - de la
nada: los chicos adolescentes, conforme a la definición hegemónica de masculinidad, comienzan a
desempeñar el rol asociado a ésta.
El macho es caucásico, poderoso (sea rico o sea un rudo obrero, contraescolar, por decirlo a modo de Willis), físicamente fuerte, promiscuo y, por supuesto, heterosexual.
6. Es común que se desarrollen conflictos entre alumnos con
referencia a los roles (en este momento nos estamos refiriendo a aquellos roles
fijados por el grupo, informales o sub-roles), bien porque no se está conforme
con la etiqueta que se le ha impuesto (alumno contra el grupo), o bien porque
es una persona inadecuada para ésta (grupo contra el alumno). La disputa por ocupar un rol que
implique liderazgo y valía frente a los demás miembros del grupo puede ser una causa habitual de
conflicto.
7. Las conductas homófobas (sexistas, racistas...) de maltrato y acoso no constituyen un simple conflicto grupal, sino que su estructura es muchísimo más compleja y su arraigo no está en el centro educativo ni en el mismo grupo (del mismo modo que una situación de violencia machista no es un conflicto de pareja); por tanto, no deben ser juzgadas como un conflicto de roles (como habitualmente se hace: “el macarra y el instigador contra el empollón asocial”).
La situación de acoso no es tan simple. Subyacen situaciones de discriminación, maltrato y acoso complejas y generalizadas hacia el exterior del grupo (volviendo a la comparación con la violencia machista, tras ésta encontramos una situación generalizada más allá del núcleo de la pareja) como, por ejemplo, la homofobia y el racismo. La inquietud por eliminar y expulsar del grupo a los miembros juzgados como “menos aptos”, “inferiores”, de acuerdo a sus diferencias sexuales, físicas &c. (no necesariamente dificultades propiamente dichas) produce el desarrollo conductas que responden a una falsa y peligrosa, pero culturalmente inculcada, necesidad de “limpieza” y uniformidad del grupo constituido (hoy en día, de nuevo, en auge ante los bestsellers paladines del pensamiento socio-biológico) en el que no cabe el diferente, sea éste grupo la clase, la familia, la ciudad, la nación, la raza, la clase social, &c.
Y, OJO, QUE LA EDAD NO CURA LA ESTUPIDEZ QUE PERMITIMOS A LOS
ADOLESCENTES DESARROLLAR LIBREMENTE...
0 comentarios:
Publicar un comentario
Por motivos obvios que las personas medianamente cuerdas comprenden, no permito insultos en este blog. Por motivos, también obvios, de honestidad intelectual, tampoco los permito anónimos: si no vas a poner tu nombre, enlaza tu blog o tu twitter.
Tampoco alimento a troles: a comer, a vuestra casa.